Rescátame.
Perdona mis absurdas costumbres, llevo tanto tiempo cargando con mi peso muerto que ya no pienso que pueda haber a quien esto le preocupe. Sé que mis silencios andan muy lejos de dejarte tranquilo, que lo que necesito es pedirte auxilio, de palabra, dejando de esconderme en miradas y gestos en los que sólo yo me conozco. Pero ahora no puedo cambiarlo, no tengo ganas ni creo tener fuerzas para nada más que cerrar los ojos fuerte, concentrándome en hacerte llegar de alguna manera el mensaje de que te necesito, a tí, más que nunca. Y es tremendamente absurdo abandonarme así, a la posibilidad remota de que interpretes las cosas al revés de como las mando, pero una vez te oí hablar de la alterpatía, y quién sabe, quizá aún no haya muerto.
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