Dime.
Soy toda oídos. Dime qué se supone que tengo que hacer con este jodido nudo de tripas que consentí en no sé qué momento al decidir esperarte. Dímelo tú, porque a todos los demás les tengo vetada la entrada en este mundo de dos en el que los prohibidos sólo son stops. Enséñame a llevarlo conmigo, a que no duela, ni pese, ni moleste, no quiero ni que me haga cosquillas. Y si no eres capaz, dime, ¿por qué estoy esperando?
en vivo.
Después de tres días de continua emoción... ¿queda algo? Me siento en esa nube que sucede a la adrenalina, en la que agradeces lo vivido mientras demandas más y más, porque no quieres que pare, ¿¡cómo vas a querer que pare!?. Pero para, la emoción, el agradecimiento, paras tú y pretendes paralo todo (eh, un respiro, necesito asimilar tanta sensación), pero el mundo, tu mundo, va a seguir girando. Asúmelo, súbete y gira con él, porque si no, no te dejarás elevar de nuevo hasta esa piel de gallina casi constante.
Respira, recuerda y ViVE.
Respira, recuerda y ViVE.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)